Un emprendimiento es un negocio que se inicia y desarrolla.
Los conocimientos son capacidades de saber y hacer, ya verificadas para su aplicación.
Fortalezas son aquellos conocimientos de los que disponemos, que nos brindan satisfacción, creatividad, buen ánimo y placer al usarlos.
El desempeño es aquello que hacemos muy bien, aunque incluso nos disguste o nos predisponga mal el hacerlo.
En nuestra vida muchas veces realizamos tareas que justificamos solo por el sueldo que recibimos, o porque nos sale más barato realizarlas nosotros que contratar a alguien. Aunque no parezca, eso es parte de nuestra “zona de confort”, mal pero acostumbrados, con cierto temor al cambio. Si superamos la zona de confort y cruzamos del temor al cambio, posiblemente descubramos que eso que nos gusta hacer, o que soñamos poder hacer, puede ser rentable. Una forma de verlo es con el Ikigai, que en japonés significa “tu razón de ser”, y es un concepto que puede ayudarte a encontrar un sentido a la vida laboral y personal. El ikigai es una filosofía japonesa que busca encontrar el propósito de la vida y ser feliz. Se trata de una emoción existencial que se basa en la idea de que todos tenemos una actividad que nos hace felices y que contribuye a la comunidad. El ikigai se compone de la intersección de cuatro elementos: la pasión, la vocación, la misión, la profesión. Para encontrar tu ikigai, podés preguntarte: ¿Qué es lo que más te gusta hacer?¿Qué actividades te hacen más feliz?¿Cuándo perdés la noción del tiempo?¿Qué te hace sentir fluyendo en la vida? Los cuatro cuadrantes nos plantean distintas miradas sobre lo mismo. Por eso es conveniente poder hacer una lista para cada uno de los ítems y escribir tres o cuatro opciones que nos dejen ver qué pensamos y sentimos en realidad. En lo que eres bueno, lo que amas, lo que necesita el mundo, por lo que te pueden pagar. En los distintos entrecruzamientos vemos cómo se relacionan los campos donde nos desarrollamos.
Otro punto a tener en cuenta una vez decidido el producto o servicio a ofrecer es el mercado al cual nos dirigimos y el perfil de nuestro cliente tipo. Para captarlo deberemos enfocar nuestra publicidad, sistema de venta, oferta, financiación, precios, canales de atención. Para llegar a eso debemos realizar una investigación de mercado para establecer el segmento y la zona más conveniente para llegar a nuestros clientes potenciales, y la competencia que podamos llegar a tener. Así definiremos la conveniencia o no de nuestro producto/servicio tal como lo pensamos y las modificaciones o cambios a realizar para obtener la mayor rentabilidad. El mercado es dinámico y nuestros productos y servicios deben evolucionar en el mismo sentido que nuestra clientela, montados en una línea de tiempo para cuidar el desarrollo del producto/servicio.
Para lograr un emprendimiento exitoso hay que realizar una cantidad de análisis y tomar decisiones. Para establecer el costo de oportunidad, es decir lo que perdemos cuando elegimos entre dos opciones, debemos analizar los costos y disponibilidad de fondos, así como el mercado al que nos dirigimos. Muchos emprendimientos tienen barreras de entrada y de salida. Las primeras son las inversiones a hacer, los requerimientos técnicos y legales, los conocimientos y habilidades requeridas, las habilitaciones necesarias para funcionar, etc. Los emprendimientos con pocas barreras de entrada suelen ser de poco valor y de mucha competencia.
Las barreras de salida implican los costos a pagar por salir del negocio, como por ejemplo venta de maquinarias e instalaciones usadas, pago de indemnizaciones al personal, insumos o mercaderías en stock, etc. Por lo tanto son cuestiones a evaluar al momento de decidir. Para lograrlo es indispensable pensar “fuera de la caja” como un observador externo imparcial que nos permita criticar nuestra toma de decisiones y dinámica de trabajo. El factor estacionalidad también es importante a tener en cuenta ya que puede afectar el flujo de nuestros clientes. Para que todo sea considerado sin olvidar detalles es necesario realizar un Plan de Negocio que permita considerar toda contingencia posible para evitar problemas. Desde la inversión, la tasa de retorno, los ajustes de variables, análisis F.O.D.A., las medidas gubernamentales que puedan afectarnos y demás.
En conclusión: el Ikigai nos da el por qué, y a partir de él realizaremos el cómo. Ambos componentes son indispensables para forjar un emprendimiento con grandes posibilidades de éxito. Para establecer el justo balance entre los cuatro conceptos que tenemos que manejar en el Ikigai, buscaremos el equilibrio para poder crecer y disfrutar, sin tener que pasar por el estrés de esos trabajos debido a los cuales esperamos ansiosamente la llegada del fin de semana, y sufrimos penosamente el domingo por la noche. La decisión es nuestra.
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